sábado, 31 de marzo de 2012

Quien sea original en algo que tire la primera piedra.


(Novela brevísima, para los que trabajan y no tienen tiempo de leer novelas largas, como “El enigma de Baphomet)

Un lugareño de Guadalajara, al que se le fue la guadaña durante una discusión de faldas, antes de ser condenado al garrote vil, emprendió camino, campo a través, con dirección al sol naciente, hasta  que se encontró con lo nunca visto: agua hasta el infinito donde se junta con el cielo que lo envuelve todo. Se le subió el pavo, estiró el cuello haciendo un desplante al aire y, escueto en su pensamiento, sentenció en una carta que enviaría a sus paisanos: “Ignorantes paisanos, para triunfar he tenido que cometer un crimen por azar, sin culpa, salir de mis pocilgas y aperos, descubrir un charco inmenso con la tierra en medio, aislada y cubierta de agua por arriba, por abajo por la derecha y por la izquierda. Ya os lo contaré más detallado cuando vuelva al pueblo cubierto de gloria, exculpado del infortunio que acompañó a la muerte del competidor por mis amores”.

Cuando leí este manuscrito en un cuaderno amarillento y raído, firmado por un anónimo lugareño de Guadalajara dudé sobre la etimología de Mediterráneo: ¿En medio de la Tierra, o con la Tierra en medio? ¿El primer inventor del hidrónimo fue el romano o Tiburcio  de Guadalajara?

Cuanto más profundizo en las etimologías, más ignorante me considero. Lo malo es que al descubrir que “sólo sé que no sé nada, he descubierto el Mediterráneo”

No hay comentarios:

Publicar un comentario