El idioma español necesita más palabras frente al latín, del que procede, porque
obedece a una ley universal de la evolución de las lenguas:
Respecto a la extensión y cantidad de sus significantes, en
relación a la unicidad de sus significados (según terminología de Saussure) las
lenguas evolucionan según una tendencia general de inflado y desinflado, por
explicarlo con una expresión plástica. Con un ejemplo concreto se entenderá
mejor:
El significado de “carencia de
existencia” se expresaba en latín con el signo “nihil”. Por la tendencia a la reducción
según la economía del lenguaje, va evolucionando, dándole bocados a “nihil”. Así:
“”nihi”>”nih”>”ni”> “n” y desaparece. Pero ese significado no puede
perderse. Entonces se le atribuye un significante constituido con una
perífrasis compuesta con otros elementos de la lengua, y para significar el
mismo concepto se crea la perífrasis “non nata res”, evidentemente mucho más prolijo.
Mutatis mutandis, aplíquese el
ejemplo al resto de elementos lingüísticos y a la evolución natural de la lengua
en ciclos temporales amplísimos. Las distintas evoluciones posteriores se
disparan influidas por infinidad de circunstancias. Así en un territorio se
adopta el significante “nata”> “nada”. En otro “res” en otro una mezcla de los
tres elementos “niente”, etc.
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